Vivimos en una sociedad que aplaude la productividad extrema, la multitarea y la autoexigencia desmedida, especialmente en el caso de las mujeres. Se nos ha enseñado que hay que darlo todo, que el descanso es un lujo y que si no podemos con todo, el problema somos nosotras. Pero, ¿Qué pasa cuando ese ritmo de vida nos desgasta hasta el punto de sentirnos vacías, agotadas y desconectadas de nosotras mismas?

El síndrome de Burnout, reconocido por la OMS en el año 2000 como un factor de riesgo laboral, no solo afecta a quienes se ven sobrecargados en el trabajo. También impacta a quienes llevan sobre sus hombros todas las responsabilidades del día a día: el hogar, la familia, los compromisos sociales, la presión por encajar en un ideal de vida «perfecta».

El síndrome de Burnout o «estar quemada» no aparece de la noche a la mañana. Es el resultado de una acumulación constante de estrés, autoexigencia y falta de descanso real. Muchas mujeres lo viven sin darse cuenta, atribuyendo su agotamiento a la rutina o a la falta de organización, cuando en realidad su cuerpo y su mente están pidiendo ayuda.

Síntomas  y signos evidentes en el día a día a tener en cuenta:

  • Cansancio extremo y  persistente. Te despiertas sintiéndote agotada, incluso después de haber dormido. no importa cuánto descanses, la fatiga sigue ahí.
  • Irritabilidad y cambios de humor. Tienes menos paciencia con tus hijos, pareja o compañeros de trabajo. Cualquier pequeña cosa te abruma o te hace estallar.
  • Desmotivación y sensación de vacío. Actividades que antes disfrutabas ahora te parecen una carga. Sientes que solo sobrevives el día en modo automático.
  • Dificultad para concentrarte y olvidos frecuentes. Pierdes el hilo en las conversaciones. Se te olvidan cosas simples como citas o tareas importantes.
  • Dolor físico sin causa aparente. Dolores de cabeza, tensión en los hombros, problemas digestivos. Sensación de opresión en el pecho o palpitaciones.
  • Problemas de sueño. Dificultad para conciliar el sueño o despertares nocturnos. Despiertas cansada, sin energía para afrontar el día.
  • Descuidos en la alimentación y hábitos poco saludables. Comes rápido  y sin pensar en la calidad de los alimentos. Se te olvida hidratarte o priorizas café  y azúcar para seguir adelante.

El burnout no es un destino inevitable, es una señal de alerta. Escucha tu cuerpo, respétate y empieza a hacer pequeños cambios hoy mismo. Tu bienestar no es un lujo, es una necesidad y es uno de los pilares sobre los que construimos nuestros programas Ancestra