La inflamación crónica es una respuesta prolongada del sistema inmunológico que puede estar afectando a tu cuerpo sin que lo sepas. A diferencia de la inflamación aguda, que es una reacción temporal ante una lesión o infección, la inflamación crónica se mantiene en el tiempo y puede ser el origen de múltiples problemas de salud, por ello, es una de las consideradas, enfermedades silenciosas.

Los síntomas más comunes pueden ser:

  • Fatiga constante. Te levantas cansada, da igual lo que hayas dormido o descansado.
  • Dolor muscular y articular. Rigidez al despertar o molestias persistentes.
  • Problemas digestivos. Hinchazón, estreñimiento, diarrea o síndrome de intestino irritable.
  • Niebla mental. Dificultad para recordar cosas o concentrarte.
  • Cambios en la piel. Enrojecimiento, acné adulto, sequedad o eczemas.
  • Aumento de peso inexplicado. Especialmente en la zona abdominal.
  • Cambios de humor y ansiedad. Sensación de estrés constante o episodios de irritabilidad sin razón aparente.
  • Desequilibrios hormonales. Síndrome premenstrual más intenso, reglas irregulares o síntomas de menopausia más agresivos.

Si sientes alguno de estos síntomas o la combinación de varios de ellos, seria aconsejable solicitar al médico de cabecera un análisis de sangre para determinar si los marcadores de inflamación (como la proteína C reactiva) están elevados.

Si tienes un diagnostico positivo en inflamación crónica o te sientes identificada con éstos síntomas, es momento de tomar acción. La clave para disminuir está inflamación está en la alimentación, el manejo del estrés y hábitos sostenibles que apoyen tu bienestar, por ello, en nuestros programas Ancestra te guiamos paso a paso para lograrlo.